martes, 31 de diciembre de 2013

Bolso grande

Con frecuencia la gente me dice que por qué uso un bolso tan tan grande, que sería mejor para mi espalda, para mis rodillas, para mis tobillos y para toda mi salud que usase un bolso pequeño. La gente que me aprecia, y la que me conoce bien, la que me conoce menos e incluso desconocidos. Todos parecen tener una opinión y no dudan en darla, en aconsejarme que use un bolso más pequeño. Todos, aunque yo no haya preguntado su opinión (nunca la pregunto) ni haya pedido que comentara nada al respecto (nunca lo pido).
Incluso ahora que me he lesionado la rodilla con un esguince de ligamento me miran como con pena, menean la cabeza y piensan que me lo he buscado, que me merezco el dolor porque no pongo cuidado y no les he hecho caso. Claro, los que llevan bolso pequeño nunca tienen lesiones en las rodillas ni en otras partes del cuerpo. De todas formas, no soy tonta. Yo ya sé que es mejor llevar uno de menor tamaño. Ya sé qué problemas genera ahora mismo en mi cuerpo tener un bolso tan grande todo el día conmigo y sé qué problemas me puede generar en un futuro. De hecho todos los posibles panoramas posibles, especialmente los peores y más horribles, ya me los digo yo a mí misma y me los sufro yo a diario, mis propias voces internas y mi conciencia lo saben. Sé que es mejor llevar un bolso más pequeño, no porque esté de moda, la moda, la estética es lo de menos. Es por mi salud. Lo sé. Y por muchas más cosas. Es horrible sentarse en el autobús o en el metro y sentir que mi enorme bolso incomoda a quien esté a mi lado sentado. Nadie a estas alturas de mi vida podrá decirme algo nuevo que no sepa sobre qué puede ocurrirme. Médicos, amigos cercanos, mi madre, mis lecturas, mis investigaciones, amigos lejanos, desconocidos, familiares más o menos queridos, todos me han estado diciendo toda la vida que aparque el bolso grande y lo sustituya por uno más pequeño. Pero me he acostumbrado a llevar un bolso grande, enorme. Y no sé, literalmente, cómo deshacerme de él, cómo meter todo lo que llevo a diario en uno más manejable y más saludable. Estoy perdida. He probado todos los métodos que me han parecido razonables incluso algunos que me han parecido locura. He probado hasta con terapias y medicinas alternativas. Lo último es que estoy en fase de pedir ayuda a un hospital donde hay un grupo de expertos que igual me puede ayudar. Porque de verdad, no me va a poder decir nadie nada nuevo sobre los bolsos grandes. Y me duele que todos tengan la creencia de que pueden opinar, preguntar y decir sobre mi bolso grande todo lo que quieran. Me duele que sin venir a cuento y casi nada más verme, sea mi bolso el tema de conversación primero que suelte la gente. Me duele mucho que sea siempre el tema de conversación. No quiero ser centro de conversaciones, no quiero que mi bolso sea el tema de conversación ni nada parecido. Y desde luego que me toca mucho las narices que utilicen a mi hija para hablarme de mi bolso grande. Ya ha habido varias personas más y menos cercanas que me han dicho: si no lo haces por ti hazlo por tu hija... joder, como si no lo supiera, como si no tuviera razones de sobra para hacerlo, como si se me acusara de que quiero poco a mi hija porque no me paso a un bolso pequeño como mandan los cánones de salud y estética. Eso me duele, me duele mucho. También me duele mucho que la gente coja mi bolso grande y lo use como objeto de burla. Me llegan murmullos, veo mensajes borrados, y no soy tonta cuando me miran, me señalan y cuchichean: mi bolso grande es también objeto de burlas. Lo ha sido siempre, desde que estaba en el colegio. Porque siempre he tenido un bolso grande. Y de verdad, no tengo ni idea de cómo carajo cambiar de bolso. Y estoy cansada, estoy harta, estoy hasta las narices de mi bolso grande. No es que no me sepa la teoría, claro que la sé de sobra. Hay que meter menos cosas, controlar todo lo que metes y sacar más, controlar también lo que sacas. Es fácil. Sí, muy fácil. Por eso no lo hago, porque soy tonta e inútil. O quizás porque hay algo que aún no he encontrado y que estoy convencida de que este año que comienza encontraré. Sé que me maltrato a diario llevando un bolso tan grande, que no me quiero lo bastante o al menos no demuestro quererme porque parece que no hago nada para cambiar de bolso, pero lo hago, y de verdad, estoy muy muy cansanda de este tema. Y un favor: si toda tu vida has llevado bolso pequeño, si no conoces lo que es llevar bolsos grandes, por favor, cállate. Es muy fácil hablar de los problemas de los demás. Es muy fácil ir diciendo a la gente lo que hay que hacer y lo que no. De verdad, la teoría la sé de memoria. No necesito que me quieras ayudar porque me llega como limosna, como acusación, como que no soy suficientemente capaz o inteligente como para ver la realidad tan clara que que tú ves tan claramente. De verdad, conozco la teoría de memoria. No quiero que te compadezcas de mí, sólo que dejes de meterte en mi vida, de opinar sobre mis bolsos, de decirme métodos y formas y sistemas ideales para conseguir mi bolso ideal. Déjame en paz de bolsos y de estos temas. Estoy muy, muy cansada del asunto. Encontraré la forma de llegar a usar un bolso más pequeño, pero soy yo la que ha de buscar el camino, pero no será el que me das tú. Y desde luego no me menciones a mi hija que eso sí me duele. Ella es el mayor motivo que tengo para levantarme a diario, por ella soy mejor persona, por ella estoy viva. Y por ella, y por mí, cambiaré de bolso. Pero no será porque tú me lo digas, ni cuando tú me lo digas, ni como tú me digas. De hecho tu intervención me perjudica y me duele. No me ayuda aunque ésa sea sóla tu intención. Gracias por escucharme y por dejar aparcado el tema de los bolsos de tu relación conmigo. Es todo lo que necesito.

Feliz Año Nuevo. Y gracias por el respeto.

Os dejo con una magnífica ilustración de Sara Fratini. Y os recomiendo también esta otra: sirenas.


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